lunes, 1 de diciembre de 2008

¿Porqué hay tantos gatos por acá?

















Porque los gatos son la mascota rebelde por excelencia. Nunca aprenden nada, sólo hacen lo que quieren. Se adueñan de los mejores espacios. Siempre están en el lugar más fresco cuando hace calor, y el más calentito cuando hace frío. A veces tenemos que pelear con ellos por esos espacios y siempre perdemos a fuerza de encanto, porque simplemente nos rendimos y nos vamos o porque terminamos en un rinconcito incómodo. Así es como perdí mi cama, que siempre está ocupada por mis dos gatas. No está tan mal, todas las noches tengo mi pequeño espacio, que ellas me prestan. No pregunten acerca del trabajo que da hacer esa cama, con dos gatos retozando entre las sábanas...
Son caprichosos, cabezas duras y encantadores. No se puede evitar la envidia al mirar la belleza de sus rasgos, lo grácil de sus movimientos, y su espíritu de bon vivant.
Cualquiera que haya retado a un gato sabe lo que es sentirse ridículo frente a alguien que pesa 4 ó 5 kilos y nos mira desafiante o con cara de estar mirando un acto de lo más desubicado. Ni hablar cuando se ofenden y pasan horas o días sin mirarnos siquiera.
Podríamos hablar (otra vez) de que Cortázar, Hemingway, Borges, Soriano y otros tenían gatos a los que adoraban y admiraban. O de que se ganaron el derecho a estar aquí por sobrevivir a inquisiciones y cazas de brujas (y así también se habrán ganado cada una de sus vidas).
Quizás la mejor explicación sea una que vi una vez en un capítulo de Garfield. Los gatos venían de otro planeta a conquistar la Tierra. Y se comunicaban entre ellos con la palabra clave "miau", que quería decir: "Los humanos son todos idiotas".

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